¡OH GLORIOSO SAN ANTÓN!
JUAN CARLOS DE LA MATA GUERRA


Como en muchos otros lugares del orbe católico en numerosos pueblos de la geografía zamorana se honra durante estos días, y especialmente el día diecisiete a San Antón. Este santo, en otro tiempo muy popular,  viene a ser el  abogado especial de los animales. Por ello, en muchos lugares continúa siendo  tradicional  ofrendar al santo abad con los productos del cerdo, además de efectuar  la bendición de los animales domésticos. En ciertos pueblos y comarcas se mantenía la costumbre por los vecinos de alimentar durante todo el año, un pequeño cerdo o gorrino que deambulaba por la población, y se subastaba en la fiesta del Santo para proporcionar limosna a los pobres del lugar. En Benavente son varios los lugares y calles que nos recuerdan al Santo, lo cual crea cierta confusión, pues existieron dos barrios y calles con su nombre. San Antón viejo y San Antón nuevo, además de una de las puertas de la villa llevaba tal denominación. También hubo dos ermitas dedicadas al Santo Patrono, sufriendo su devoción e imagen a lo largo de su historia en la villa todo un peregrinar con distintas localizaciones.

Tradiciones en torno al Santo  

En la antigüedad estaban muy arraigadas las llamadas “sanantonadas”. En varios pueblos de nuestra Comarca se mantienen parte de estas tradiciones en torno a la festividad de San Antón. En Benavente tuvo gran arraigo hasta hace algunas décadas en que parece definitivamente se ha perdido. Era costumbre recitar frente al Santo, algunas loas, además de versificaciones a menudo improvisadas y de gran ingenio, que hacían referencia a la celebración. Eran las llamadas vueltas de San Antón, que entre simpáticas y jocosas hacían las delicias o amenizaban a la concurrencia. De un semanario local de fecha 21 de enero de 1897 recogemos la siguiente crónica sobre dicha celebración: La fiesta de San Antón, resultó desanimada por el mal tiempo que estamos teniendo, pero no obstante, hubo algunos animados a decir cuatro palabras delante de las barbas del santo (y no me negaran que las tiene), escuchadas por algunas devotas y gustosas de ver al animalito que dicho santo tiene a sus pies. La festividad se vino celebrando de una manera u otra durante buena parte del siglo XX, siendo tradicional por ejemplo, el dar a los animales durante ese día algún trozo de pan, aunque éste fuese duro. Con posterioridad hubo una cierta revitalización e intento de impulsar la celebración. Así durante los años sesenta y setenta de dicha centuria, con la celebración  de la tradicional bendición de animales, además de diferentes concursos, carreras de caballos  y de asnos, e incluso verbenas en los barrios de las Eras y de San Antón, la fiesta se intentó recuperar de alguna forma.    

 

Imagen de San Antón en la Iglesia de
San Juan del Mercado

Imagen de San Antón en el Retablo Mayor
de la Iglesia de Santa María del Azogue

 
Convento y hospital de San Antón en Benavente 

Gozaba la devoción a San Antón hasta hace tan sólo algunas décadas de cierto predicamento y popularidad en la villa, manteniendo pues una cierta presencia en la vida religiosa y tradicional de Benavente. Contaba la población desde siglos bien tempranos con varios edificios y fundaciones que tuvieron como patrono y protector al Santo eremita. Así ya en un documento del siglo XIV, perteneciente este al Tumbo Viejo de San Pedro de Montes, se mencionan algunas casas situadas en la calle que va a la puerta de San Antón. Con posterioridad aparece instalada en el lugar la denominada Encomienda de San Antonio Abad, que estaba  regida por un Comendador o freire de la orden de los Antonianos, e integrada por algunos legos  que servían a los pobres en un antiguo hospital  ubicado cerca de la puerta de su nombre, es decir de San Antón. Según otras informaciones dicha fundación estaría al menos durante un tiempo a cargo de los canónigos regulares de San Antonio Abad.  

Este convento-hospital debió de estar situado, a juzgar por los datos que hasta nosotros han llegado la final de la calle de Carbajés, pues en algunos documentos del siglo XVI y XVII se menciona la reparación y empedrado de dicha calle, así como una escalinata existente para bajar hacia el citado convento. Se desconoce con certeza la fecha de su desaparición, lo cual pudo ocurrir bien entrado el siglo XVIII. Estaría este edificio, en todo caso, situado al fondo de dicha calle, y muy próximo a la plaza y calle que llevan actualmente el nombre del Santo. Otra cosa a nuestro juicio sería la ermita ubicada a extramuros de la villa, pero en aquella misma zona, y que recibiría la denominación de Ermita de San Antón. Estaría dicha ermita situada a unos cincuenta pies de dicha puerta o portillo, pues nunca sería ésta una de las puertas principales de la villa, sino que se utilizaría para sacar los ganados y para el matadero municipal, cuyos corrales y dependencias ocupaban buena parte de la zona; es decir, desde la actual calle del Matadero hasta la zona del toril viejo, próxima ya a la cerca o muro de la villa. Tal vez la confusión a la hora de situar el lugar donde estuvo ubicada la Puerta de San Antón y primera ermita dedicada al Santo, de las dos que existieron, provenga de que a esta zona se la denominaba o conocía como San Antón nuevo, sin duda para diferenciarlo del barrio y calle de San Antón viejo, donde se abriría la verdadera Puerta de la Villa conocida con dicho nombre. Así pues por estos datos, y por otros que lo refuerzan, juzgamos que el Convento u Hospital de San Antón y la ermita del Santo serían dos fundaciones y dos edificaciones distintas, aunque relativamente próximas, las cuales dieron nombre a dicho lugar y a sus inmediaciones.

 

El Toro Enmaromado saliendo del toril viejo, junto a la desaparecida puerta de San Antón (1943).

Plano de Benavente del Siglo XV.

 
Ermita del Santo 

A consecuencia de la ocupación francesa la ermita de San Antón va a verse afectada por la ocupación de las tropas napoleónicas, que destruyeron buena parte de los edificios de la ciudad. Hubo de ser trasladada a la zona conocida como eras de San Antón, próxima a la Puerta del Sepulcro. Según nos indica Pascual Madoz en su diccionario geográfico estadístico: “La ermita de San Antonio Abad se halla al Norte a la distancia de 104 pies de la puerta del Sepulcro. Se construyó después de la guerra de la Independencia, por haber arruinado los franceses la anterior. Cuenta de longitud exterior, 78 pies sobre 38 de lat.; nada ofrece de particular este edificio”. Este edificio construido con tapial y materiales pobres debió de derrumbarse y ser demolido en las primeras décadas del siglo XX, por lo que hubo de ser trasladada la imagen del Santo Patrón, así como su función anual al cercano edificio de la antigua iglesia del Sepulcro, situado este detrás de las casas del Tinte, y que permanecía prácticamente cerrado al culto tras la reestructuración parroquial habida en la segunda mitad del siglo XIX.

 

SAN ANTÓN EN SAN JUAN BAUTISTA 2

Imagen de San Antonio Abad en la Iglesia de San Juan del Mercado

 
Imagen de San Antón 

A las puertas de dicha iglesia, que haría las funciones de  ermita, pasó  a celebrarse la festividad del Santo, consistente ésta en la recitación de una serie de refranes en su honor, y una pequeña procesión  por las inmediaciones.  Aquí permaneció la imagen, que  actualmente se guarda en la Iglesia parroquial de San Juan del Mercado durante muchos años, hasta que fue trasladada al resultar en el día de su fiesta derribada de un caballo. Se trata de una imagen de madera, según nos manifiesta la profesora Dña. Elena Hidalgo en su obra sobre la Iglesia de San Juan del Mercado, muy ricamente policromada y estofada, y de tamaño algo mayor que el natural. La talla representa al San Antón de pie  y vestido con el habito de los antonianos, túnica blanca y escapulario y capas negros, cuyos pliegues rompen su verticalidad al avanzar su rodilla derecha indicando con ello una actitud deambulatoria. Este movimiento o avance de su pierna derecha  viene a romper la caída vertical de los pliegues  de su vestimenta y desvía el escapulario hacia el lado contrario.  El Santo parece dirigir la mirada hacia lo alto, echando la cabeza hacia atrás., mientras se apoya en un bastón en forma de tau, en vez de portar el báculo abacial, y porta en su mano izquierda abierto el libro de la  regla.  

 

Fotos:
1 y 3 (salida del Toro Enmaromado) - Archivo de Juan Carlos de la Mata
2 -
Francisco José Rebordinos Hernando
4 (Plano de Benavente) - Rafael González Rodríguez
5 y 6 -
www.descubrebenavente.com