IV ESTACIÓN - Una publicación de CyL8 Zamora
SEMANA SANTA DE ZAMORA 2009
NÚMERO 4, ABRIL 2009


IV ESTACIÓN

IV ESTACIÓN

IV ESTACIÓN


La Semana Santa de Benavente
Un futuro esperanzador a medio camino entre la Semana Santa urbana y la rural
Texto original

 

La Semana Santa de Benavente reúne en si misma muchos aspectos dignos de tener en cuenta. Si bien el principal sentido y razón de ser de las  procesiones es el religioso, no obstante caben en la aproximación a este fenómeno otros posibles enfoques. Son múltiples los ángulos o perspectivas desde los que nos podemos acercar a manifestaciones religiosas, ya que también en cierta medida las procesiones, constituyen una expresión cultural, social y artística, entre otras muchas cosas.

Como cada año al aproximarse estas fechas, la primavera como premonitoria nos anuncia el drama humano y divino de Cristo, pero también  la esperanza en su Resurrección, porque el mensaje de Cristo está siempre de actualidad. Días éstos en los que, a pesar de más de los dos mil años transcurridos desde la Pasión y Muerte de Cristo, gran parte de la humanidad vive cada su Gólgota diario. Días que parece se hace más patente  el lamento de tantos inocentes que sufren atenazados por tantas injusticias, días en que se parece aflora más el dolor de una humanidad que en gran parte vive sumida en medio de tantos conflictos y guerras. También para los habitantes de Benavente y comarca la Semana Santa debe ser ante todo este un tiempo de reflexión, pero también un tiempo de esperanza. Las celebraciones y desfiles procesionales que tienen lugar estos días son también expresión de ello.

Cuenta la Semana Santa de Benavente con unos desfiles procesionales de onda raigambre mantenidos con dignidad para rememorar la Pasión y Muerte de Cristo. Sus cofradías, además de su condición principal como  asociaciones de fieles, son las custodias y trasmisoras de un rico patrimonio cultural (costumbres, imaginería, historia y tradiciones, etc.). Poseen éstas unas profundas raíces, pues las primeras cofradías nacen en Benavente gracias a los franciscanos, que asentados en  la localidad desde el siglo XIII, difunden las devociones y el culto a la Pasión del Señor. A ellos se debe la fundación de las primeras cofradías penitenciales, a las que en el transcurso de los siglos se incorporarán otras con renovado fervor.

El marco monumental  

Al llegar esto días, como cada año, las calles de Benavente se convierten en escenario improvisado por el que desfilan las procesiones. Un retablo didáctico en el que el pueblo se hace partícipe el sacrificio de Cristo. Iglesias románicas, fachadas renacentistas, rúas medievales y plazas recoletas, sirven estos días de marco privilegiado para sentir  y hacer sentir la belleza. La Semana Santa  realza los valores espaciales de la ciudad.  

Nuestro Templo Mayor, la iglesia de Santa María del Azogue, con sus cinco ábsides de austero románico, es en estos días más que nunca  una oración convertida en piedra. Las luces iluminan el fondo oscuro de la noche y parecen trasforman al templo en un ascua de oro. Mientras, la fachada del Hospital de la Piedad se semeja a un gran tapiz bordado en piedra, donde la figura central es la “Mater Dolorosa” que sostiene al  Hijo en el regazo. Tema  éste que es preferente y reiterativo en los templos y ermitas benaventanos. Por unos instantes el silencio de la noche primaveral  parece transportarnos  a un Benavente  medieval, de gremios y cofradías y seculares costumbres hoy perdidas, como la de situar un cofrade a la puerta del Hospital de la Piedad durante la procesión de Jueves Santo, para pedir por la salud pública de la villa. Es como si los ecos de los salmos  y letanías del vecino Convento de San Francisco, reiterados durante tantos siglos, perdurasen y llegasen aún sonoros y penetrantes  hasta nosotros... 

Espectadores y partícipes 

Hay en estos días una búsqueda sencilla de Dios en lo que está más cerca del hombre. Esculturas y pasos son una expresión del dolor y la tragedia. Pero son las imágenes llamadas de devoción las que más suscitan la piedad del creyente. Hacia ellas miramos en los momentos difíciles y  en las horas de aflicción: Santísimo Cristo de la Salud, Nuestro Padre Jesús  Nazareno, Nuestra Señora de los Dolores, La Soledad ... Son devociones que concitan profundas creencias trasmitidas de generación en generación. Imágenes que componen las bellas estampas de la religiosidad popular. 

La función de las procesiones es en cierta forma, trasmitir el sentimiento religioso al pueblo sencillo, representando para ello un guión que en esencia  es siempre el mismo: El relato evangélico de la Pasión. Se trata con ello de armonizar el mayor realismo del dolor con la versión evangélica de las últimas horas de Jesús. Año tras año, cada Semana Santa, el pueblo apostado en calles y plazas, espera paciente el paso de las imágenes. Hay siempre en ello unos ojos expectantes y una ciudad que reza. 

Sonidos de nuestra Semana Santa  

Tiene la Semana Santa de Benavente sus propios sonidos. Sonidos  particulares como los de los sayones que con túnica negra anuncian al pueblo el paso de Cristo a la Cruz. También, llamadas inconfundibles, como quejido lastimero del cuerno trompetero, que como reminiscencia de los antiguos pregoneros de la villa convoca a los cofrades en la madrugada del Viernes Santo. Igualmente sonidos y clarines,  que vienen a anunciar pacíficas mañanas o efectúan sus toque rituales a la entrada de los paso en el templo. Trompetas que parecen gemir y tambores que rompen  el silencio de la noche  con sus acompasados redobles. En cambio las carracas y matracas preludian  la muerte de Cristo o anuncian las “Tinieblas”, mientras los sonidos de las campanillas abren algunas procesiones como recordando el paso del viático. Las bandas de música  impregnan el aire con sus marchas fúnebres y los grupos corales entonan sentidos y profundos misereres, pues la música forma parte inseparable de todo el decorado escénico, para recrear y rememorar el punto clave del dogma cristiano: La Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. 

Se pueden percibir en estas jornadas sonidos peculiares, que son casi inconfundibles para los que participamos de una u otra manera en la  Semana Santa benaventana. Como el bisbeo o murmullo de las oraciones y plegarias de los devotos que acompañas a las imágenes. El ruido de las cruces que arrastran los Nazarenos o el repiqueteo de las varas en el pavimento, etc.. Son los sonidos del pueblo. Son los sonidos de nuestra Semana Santa!.

Penitentes 

La Semana Santa de Benavente tiene mucho de resabios medievales. De penitentes y de mujeres pregando detrás de las imágenes. De Cristos hieráticos  y agonizantes, de Nazarenos arrastrando pesadas cruces  por pinas cuestas y calles angostas. Hubo también un tiempo  en que la Cofradía de la Veracruz hacía una función de disciplinantes el Jueves Santo. Un tiempo en el que se hacía sublimación del dolor y la penitencia como medida de salvación. Existen también en la Semana Santa de Benavente costumbres seculares en cambio que perviven, como la procesión  de amanecida de Viernes Santo, en que los cofrades imitan los pasos dados por Jesús en su Pasión. Algunos de sus cofrades todavía, con la cruz a cuestas y los pies desnudos guían simbólicamente sus pasos hacia el Calvario, mientras el resto hace oración en las estaciones.

Esfuerzo anónimo 

Hay también mucho esfuerzo anónimo en nuestra Semana Santa local. Desde el cuidado de los ropajes litúrgicos y los mantos procesionales, pasando por el mantenimiento  de los aspectos externos, la indumentaria, los bordados de los mantos, el cuidado de las túnicas, los estandartes y símbolos... No se puede olvidar la floristería  que enriquece la estética de los pasos, la colocación de tulipas y focos, la compostura de faldillas y lienzos. Sin olvidar tampoco el acondicionamiento, limpieza e instalación de las imágenes en sus mesas y andas.

Cargadores de fe y esperanza 

Son muchas las personas que con su esfuerzo contribuyen al esplendor de estos días, realizando también un importante esfuerzo también físico. Se transmiten los puestos en los banzos como una herencia y obligación o compromiso familiar. Son vínculos  entre las imágenes y sus fieles a veces muy profundos. En parte se mantiene hoy en día esta antigua de portar y acompañar las imágenes. Se requiere un andar coordinado, un caminar acompasado para dar más realce y emoción al momento. Hay todo un saber portar las imágenes e incluso un saber bailar los pasos. Braceros y costaleros ponen sobre sus hombros durante la Semana Santa las andas de nuestras cofradías. Son porteadores también de un mensaje de fe y de esperanza. 

Cofrades y cofradías 

La Semana Santa supone también una búsqueda y participación colectiva canalizada por medio de cofradías y hermandades. Son éstas las custodias y transmisoras de un rico y antiquísimo patrimonio cultural (costumbres, imaginería, ornamentos, historia, etc.), pues las cofradías no nacieron ayer, ya que en algunos casos tiene su origen hace varios siglos. Son ante todo asociaciones de fieles creadas para dar culto a la Pasión y Muerte de Cristo.  

Cada cofradía tiene su función  y su personalidad dentro de la Semana Santa, fruto de su dilatada historia. Hay mucho, en estos días, de vivencias compartidas y de vínculos que permanecen entre los hermanos, de orgullo de pertenecer a una determinada cofradía. También de esfuerzo, de preparativos y de organización, de cargos estatutarios con raíces antiquísimas: alcaldes caballeros, vigarios, cotaneros, hermanos mayores, etc. Toda una organización peculiar y particular, con peculiaridades costumbristas fraguadas por la tradición durante siglos.  

En la procesión del Silencio hileras de hermanos  cofrades  caminan en silencio, portando sus hachones. Es un silencio nocturno, un silencio serio y profundo. Tan sólo roto por el penetrante redoble de los tambores y el quejido de las trompetas, que parecen quebrar la noche. Es un silencio que viene de muy dentro, hondo y vibrante. Un silencio que se percibe mientras avanza la comitiva procesional por las calles de Benavente. Las largas filas de cofrades se estiran y los caperuces que preservan el anonimato parecen deformar las figuras de los hermanos. Sus siluetas  destacan con toda nitidez en cambio durante la procesión del Encuentro en la alborada de Viernes Santo, mientras los cofrades de Jesús de Nazareno acompañan a Cristo camino del encuentro con “La Madre”. 

Un tiempo para la evocación  

La Semana Santa es también un tiempo para la evocación, para el recuerdo. Como olvidar las “Semanas Santas” de nuestra infancia  cuando la primavera se enseñoreaba de Benavente, impregnando el ambiente de aquella ciudad tradicional y cristiana. En el recuerdo permanecen los oscuros paños, que como anuncio premonitorio de la Pasión cubrían las imágenes de altares y capillas. Cómo olvidar aquellos domingos de Ramos, con el estreno de los zapatos nuevos acompañando a “La Borriquita”, agitando la palma o la rama de olivo y cantando junto a los niños de las parroquias. Inolvidable también la procesión  del Miércoles Santo, cruzando las lóbregas calles de un Benavente que conservaba todavía mucho de medieval. Todo ello en medio de un estremecedor silencio, o cómo no rememorar la ceremonia  del “Juramento” en el viejo atrio de Santa María de Renueva. 

Evocación de solemnes procesiones, con cofrades de morado y negro, caperuces enhiestos y túnicas aterciopeladas. Iniciadas con cruces parroquiales y banderas representando al mundo. De vibrantes sermones  pronunciados por eminentes oradores sagrados. De solemnísimos Viernes Santos. Semanas Santas de cientos de cirios chisporroteantes en los Monumentos de las Iglesias y Capillas. De perfumes de flores exhalando aromas ante el Tabernáculo, de olor a incienso y a cera. De obligada visita a los templos para haciendo “las Estaciones”. Impresiones  y vivencias  que permanecen en el recuerdo..., como otro poema plástico de nuestra Semana Santa. 

Futuro y esperanza 

Nuestra Semana Santa  viene  semejarse también  a la savia que circula por las venas de  este “viejo olivo centenario” que son las cofradías de Benavente. Un olivo con más de cuatrocientos años en sus raíces. Las nuevas generaciones  de cofrades  proseguirán la tradición y continuaran los pasos emprendidos por sus antepasados. Cada primavera nuevos brotes, nuevos retoños reverdecen sus viejas ramas. Los hermanos preparan con paciencia y esperanza a los artífices del futuro. 

Y de nuevo en estos días, como cada año, estamos de nuevo la Semana de Pasión. En un momento en  que las ilusiones y esfuerzos de todo un año de preparativos, volverán a verse plasmados en el fervor y esplendor de los cultos y procesiones, mostrando de nuevo la vigencia  y pujanza  de unas celebraciones  con tantos años  de antigüedad. ¡Qué la Semana Santa de Benavente conserve su espíritu original, de amor a Jesucristo y voluntad de humanizar la sociedad!.